El Gran Canal de Venecia

Buenas noches, ¿son de Bar*s*elona? —nos preguntó.

No. ¿Por qué?

Les escuchamos hablar en español —nos respondió.

Somos del sur de España, de Andalucía.

¿Y qué ha*s*en solos a estas horas de la noche *acá* en la parada del vaporetto? —preguntó nuevamente.

Bueno… Estamos esperándolo para ir a la Isla de Lido-Sta. María Elisabetta. Acabamos de llegar a Venecia. Vamos a estar tres días. Teníamos reservada una habitación y nos han dicho que no les consta. Nos han dejado tirados. Por suerte, hemos encontrado abierta la oficina de turismo. Estaban cerrando. Nos han dicho que tan sólo queda una habitación libre en toda Venecia y hacia allá vamos.

¿Por qué no se vienen a nuestra casa? Así se ahorran algo de plata —nos propuso, sin más.

Bueno… ehhh… no sabemos… pués… ¡Venga va! —les dijimos, sin imaginar la sorpresa que nos esperaba.

Y así fue como nada más conocernos, Karina y Rolando nos invitaron a dormir en su palacete situado, quién nos lo iba a decir, en pleno Puente de Rialto. El viaje a Venecia, el viaje a Italia, comenzaba con buen pie.

Puente de Rialto, Venecia. Fotografía tomada desde una de las ventanas de nuestro alojamiento

Venecia parece de otro planeta, me atrevería incluso a decir de otra galaxia. Se aproxima más a la imaginación de un niño que a la realidad de un adulto. Es una joya preciosa que ha ido conservándose a pesar de sus arrugas. Su halo de misterio y sus secretos siguen en su mayoría intactos. Para mí, sin duda, es la ciudad más bonita del mundo.

Para gozar con tanta maravilla reunida en una sóla ciudad sólo hay un secreto: perder el tiempo caminando. Y eso fue lo que hicimos. Además de conocer la Venecia más popular nos atrevimos a explorarla dedicándole el tiempo necesario para comprenderla en toda su esencia, experimentando la fascinación de perderse entre un laberinto de callejones que huelen a pan horneado, descubriendo pequeños cafés, viendo a los auténticos gondoleros por estrechos y diminutos canales haciendo encaje de bolillos para no golpear sus joyas náuticas y descubriendo melodías procedentes de una vieja iglesia abandonada donde unos músicos ensayan.

En cualquiera de los casos, las zonas más populares de la ciudad de los 118 islas y los más de 400 puentes forman también parte de esa esencia e historia infinita y por tanto, merecen igualmente una visita pausada. La Plaza de San Marcos es la plaza más popular de Venecia. En ella se encuentra la Basílica de San Marcos, y que, aun habiéndola visitado hace diez años, sigue siendo para mí el monumento más impresionante de todos los que he visitado a lo largo de mi vida. En la basílica no olvides acceder a la Pala de Oro (Pala d’Oro), reconocida mundialmente como una de las obras más refinadas y complejas de la orfebrería bizantina.

Plaza de San Marcos, Venecia

En la misma plaza se encuentra el Campanile (el campanario de San Marcos) de casi 100 m. de altura. No olvides subir, pues las vistas son espectaculares. También se encuentra el Palacio Ducal, que alberga obras de Tintoretto y Veronese entre otros, y la Torre del Reloj (Torre dell’Orologio) que alberga el denominado reloj de San Marcos.

Campanile y basílica de San Marcos. Plaza de San Marcos, Venecia

Nos habían recomendado acercarnos hasta la Basílica de Santa María Gloriosa dei Frari. En ella se encuentran la Asunción de la Virgen, obra del pintor renacentista italiano Tiziano y una de las pinturas más bonitas de Venecia, la Virgen y el Niño, de Bellini, dos de esos cuadros que nos hicieron retener en la memoria durante nuestra adolescencia en la escuela. Fue todo un acierto la visita. Sin ser un entendido ni un apasionado del arte renacentista (reconozco que tampoco del mundo del arte en general), no dejo de reconocer que me impresionaron.

La Virgen y el Niño (izquierda) y la Asunción de la Virgen (derecha)

Navegar por el Gran Canal en vaporetto fue una experiencia fantástica. Nos gustó, pues de esta manera pudimos descubrir los palacios, edificios, iglesias y otros monumentos que asoman al canal. De otra manera es difícil verlos.

Nosotros subimos a uno de esos vaporettos que parten desde el Puente de Rialto y que te acercan hasta la Basílica de Santa María de la Salud (Santa María della Salute), de la que dicen que está soportada por un millón de pilotes de madera.

Uno de los famosos vaporettos de Venecia
Santa María de la Salud (Santa Maria della Salute), Venecia

También están los paseos en góndola (para muchos una actividad de lo más romántica). Aun siendo una turistada, decidimos subir a una de ellas (regateamos la tarifa inicial de 80 €). Es una actividad que recomiendo, pues es la única manera de pasear por los canales más pequeños y ver sus elegantes y escondidos palacios.

El Puente de los Suspiros es uno de los rincones más famosos y románticos de Venecia. Une el Palacio Ducal con la prisión de la Inquisición. Debe su nombre a los suspiros que daban los prisioneros desde aquí cuando veían por última vez el cielo y el mar. Existen algunas versiones más románticas que se utilizan como recurso poético.

Vista del Río Di Palazzo desde del Puente de los Suspiros, Venecia

Y cómo no, finalizamos nuestra visita a la ciudad más bonita del mundo visitando una tienda artésanal de máscaras. La máscara es un símbolo de la ciudad. ¿Quién no ha oído hablar del carnaval de Venecia? Callejeando por Venecia llegamos hasta Il Gatto Matto, en Dorsodouro 3856. Allí nos enseñaron el taller y parte de la obra expuesta a venta. Nos trajimos dos preciosas máscaras artesanales pintadas a mano.

Una máscara veneciana

Confío que estos destinos más destacados y populares de la ciudad de los canales y las gondolas os haya resultado de utilidad y que otras páginas como esta web te sirvan para comprenderla y disfrutarla en toda su esencia.

Después de tres días en el primer destino del viaje a Italia nos despedimos de Karina y Rolando. Nos colgamos las mochilas para dirigirnos hasta la estación de tren de Venecia y poner rumbo a la ciudad que cuenta con el segundo casco antiguo medieval más grande de Europa, Bolonia. Pero antes de hablaros de ella voy a contaros la sorpresa que nos llevamos nada más entrar en nuestro palacete situado en el Puente de Rialto. ¿Dónde nos metimos? Os adelanto que no tiene desperdicio. No os lo perdáis la próxima semana.

*Nota*. Todas las fotos de este artículo son diapositivas escaneadas tomadas en octubre de 2003.

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