Tigre de Bengala (Panthera tigris) en el Parque Nacional de Bandhavgarh, India

Un silencio repentino interrumpe la agitada banda sonora de la rutina en la jungla asiática. Pajaros, ciervos y monos enmudecen de forma súbita, siguiendo una pauta que se repite desde tiempos inmemoriales. Todos conocen de manera instintiva el letal significado de la llamada de alarma emitida por monos langures y ciervos moteados. Es una llamada muy particular, solo vocalizada por ciervos y monos cuando detectan a sus depredadores naturales. De repente ya no hay alboroto en la selva. El silencio solo se rompe con el grito lastimero de alarma, cada pocos segundos, resonando en toda la selva. Donde hasta hace unos instantes reinaba el normal discurrir de los moradores de la espesura, todo se ha tornado en una tensión agónica que probablemente desembocará con la vida de algún desdichado ciervo sambar o moteado. Es la hora de comer para el tigre (Panthera tigris) y los habitantes de la selva lo saben.

Ciervo moteado (Axis axis) y mono langur (Semnopithecus entellus) en el Parque Nacional de Bandhavgarh, India
Parque Nacional de Bandhavgarh 

Bandhavgarh; son solo tres sílabas, no hacen falta más, pero encierran un significado clave para la supervivencia de una de las criaturas más emblemáticas y legandarias del planeta. Con ciento cinco kilómetros cuadrados de extensión este espacio protegido ubicado en pleno corazón de la India, atesora celosamente una de las pocas poblaciones aceptables de un felino que se ha extinguido ya en la mayor parte del continente asíatico. El tigre atraviesa en la actualidad los que tal vez sean los peores momentos de su historia, hasta el punto que varias de sus subespecies han sido borradas ya para siempre de la faz del planeta. En Bandhavgarh hoy por hoy los tigres siguen siendo los verdaderos reyes, sin haber sido destronados aún por la despiadada mano del ser humano, como ha sucedido en más del 90% de su área original.

Esa es precisamente la señal que veníamos buscando desde hacía varios días de búsqueda infructuosa. El tigre es el dueño y señor del bosque, pero no es fácil de ver. Todo en su anatomía y comportamiento están perfectamente diseñados para pasar desapercibidos; para matar antes de ser detectados. Pero esta vez el rey ha sido delatado por los ciervos antes de lanzar su ataque mortal y por lo tanto su coartada ha sido desmontada. El ataque por sorpresa esta vez no ha dado su fruto, pero las voces de alarma de monos y ciervos nos han servido, por fin, para encontrarnos cara a cara con una de los seres más poderosos y esquivos que la evolución ha forjado.

Guía del Parque Nacional de Bandhavgarh, India

¡Tiger, Tiger! nos grita nuestro guía indio, mientras nos señala con la mano el lugar donde descansa una enorme felino que no tiene comparación con ninguno otro. La adrenalina y la emoción explota en todos nosotros, pues en realidad observarlo en estado salvaje resulta mucho más complejo que los grandes felinos africanos y es habitual no llegar siquiera a conseguirlo a pesar de estar en el lugar adecuado. No hay garantías totales, a diferencia de los anteriores pues no solo basta con estar en el lugar correcto, sino también en el momento exacto. Por otra parte el halo de misterio y leyenda que rodea al tigre incrementa aún más las ansías de encontrarse de frente con el gran gato rayado. La dificultad de verlo en su medio, en la selva a la que pertenece es tan grande como la satisfacción de conseguirlo. Pero nosotros, al menos por esta vez, hemos tenido suerte y uno de nustros sueños más deseados se ha cumplido.

Hay un dicho hindú que dice: «hay dos tipos de personas, las que han cruzado la mirada con el espíritu rayado de la jungla, y el resto». Desde hoy, nosotros ya formamos parte de ese mundo indómito: el reino del tigre.

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